En diseño de interiores, a menudo tienden a confundirse términos bien distintos como estilo, diseño y calidad, que es necesario matizar. Generalmente se suele pensar que el número de elementos dispuestos en un espacio es lo que determina que un ambiente sea clásico o minimalista, cálido o frío. Esta premisa no sólo sería aburrida y falta de creatividad, sino que además es errónea. Las piezas no conforman un ambiente, son más una cuestión de calidad y diseño; sin embargo elementos como la luz, la combinación de colores, estilos y texturas son los que finalmente confieren a un espacio un ambiente u otro
Un buen ejemplo de esto es el trabajo del arquitecto británico John Pawson. Su particular enfoque arquitectónico defiende un modelo de hábitat extremadamente sencillo, minimalista y no por eso frío . Resultado de sus influencias y vivencias durante sus cuatro años en Japón como profesor, son sus proyectos que generan sensaciones y placeres visuales con una paleta reducida de recursos, un lenguaje clásico y depurado.
El trabajo de Pawson es referencia y en mis diseños, bebo también del minimalismo, además de otras fuentes más o menos clásicas, buscando siempre crear ambientes armónicos y equilibrados. Mi filosofía a la hora de diseñar tiende más a la corriente del eclecticismo, basándome en distintos estilos según las necesidades particulares de cada proyecto para obtener siempre la mejor solución. Tal y como se refleja en mi libro sobre interiorismo, trabajo conciliando diversos estilos, tomando de cada uno de ellos lo más adecuado para cada caso y permitiéndome romper las las contradicciones aparentes en beneficio de lo que yo llamo el arte de vivir.