Es maravilloso descubrir joyas de la arquitectura de primera mano y en este caso he tenido la suerte de visitar la casa Gomis, también conocida como La Ricarda, guiada por las hermanas Gomis Bertrand que un día la habitaron siendo niñas, vivieron sus espacios en familia y se impregnaron del espíritu racionalista con que fue diseñada.
Obra del arquitecto Antonio Bonet Castellana, la casa se sitúa en pleno delta del Llobregat, rodeada de pinos y a pocos metros del mar. Su diseño comenzó a principios de los años 50 a partir del encargo que sus propietarios, Ricardo Gomis e Inés Bertrand, realizaron a Bonet, que en aquellos tiempos residía en Argentina.
La concepción general de la casa está claramente definida desde el inicio del proyecto, pero es mediante la correspondencia epistolar que mantienen Ricardo Gomis y Antonio Bonet, desde el año 1950 hasta 1963, donde se definieron todos y cada uno de los detalles de la casa. Espacio. Proporción. Luz. Diálogo entre arquitectura y paisaje. Cuidado de todos los detalles. Y siempre el ser humano como referencia.
La casa se configura a partir de un módulo cuadrado, donde cuatro pilares de hierro muy ligeros sustentan la potente bóveda que da personalidad a La Ricarda. El módulo organiza toda la casa: espacios comunes, cocina y servicios, comedor, sala, habitaciones para la familia, habitaciones para el servicio. Todo el mobiliario fue diseñado específicamente para cada espacio.
La pasión de Ricardo Gomis por la música y la reproducción del sonido, convirtieron el espacio desde su inauguración en el año 1963 en un lugar de encuentro y experimentación del movimiento de vanguardia cultural. En plena dictadura, La Ricarda se convirtió en espacio de creación, de exhibición y de encuentro de artistas como Conxita Badía, Joan Brossa, John Cage, Merce Cunningham, Robert Gerhard, Joan Miró, Tete Montoliu, Joan Prats, Jean Pierre Rampal o Antoni Tàpies, entre otros.
