El buen diseño es…
La Barcelona Design Week de este año reflexiona sobre los 10 principios del buen diseño, de Dieter Rams, que se han demostrado atemporales y válidos en cualquier disciplina. Ayer se proyectó el documental «Rams» sobre el diseñador industrial cercano a la compañía Braun, que se erigió como figura clave en el renacimiento del diseño funcionalista alemán de finales de los 50 y 60. Su visión y aproximación al diseño viene de su famoso paradigma «Menos, pero mejor». Comenzó a diseñar a principios de los 50, después de la guerra, en un periodo de precariedad y también de cambio, de muchas ganas de cambio propiciado además por un gran avance tecnológico. Dieter siempre reconoce que el buen diseño no se puede conocer hasta que no se conoce bien a las personas, igual que siempre considero imprescindible aportar grandes dosis de empatía y psicología para todos mis proyectos.
Muchos de sus diseños (cafeteras, calculadoras, radios, equipos audiovisuales, electrodomésticos de consumo y productos de oficina) han encontrado un sitio permanente en varios museos del mundo, incluyendo el MoMA de Nueva York. Y sus principios han tenido una gran influencia sobre numerosos diseñadores. Para mí son también la base de mi trabajo y del sentido común que aplico como profesional del diseño de interiores. Su decálogo sobre el buen diseño está basado en los siguientes principios:
- Es innovador. Según él es improbable agotar las posibilidades de innovación en el diseño debido a que el desarrollo tecnológico continuamente ofrece nuevas oportunidades para innovar cada diseño.
- Provee de utilidad a cada producto/proyecto, y así su objetivo primordial es la funcionalidad utilidad y de manera secundaria tiene que satisfacer ciertos criterios de carácter psicológico y estético evitando todas aquellas características que podrían disminuir la utilidad del producto.
- Es estético también. El diseño bien ejecutado no carece de belleza y ésta forma parte integral de su utilidad ya que los productos utilizados cotidianamente tienden a tener un efecto indirecto en las personas y su bienestar.
- Hace un producto/proyecto comprensible. Un buen diseño simplifica la estructura y predispone a expresar claramente su función mediante la intuición del usuario.
- Es discreto. Todo diseño debe de ser simultáneamente neutro y sobrio, con el objetivo de dar un espacio de expresión para el usuario.
- Es honesto. Un buen diseño nunca intenta falsificar el auténtico valor e innovación ni trata de manipular al usuario mediante falsas promesas.
- Tiene un valor atemporal duradero. – Toda moda es inherentemente pasajera y subjetiva. Sin embargo, el buen diseño da como resultado productos objetivos y anacrónicamente útiles.
- Concibe hasta el último detalle. Esta regla se establece de manera absoluta, puesto que un buen diseño nunca deja nada al azar. El cuidado y la exhaustiva precisión de cada detalle expresa el respeto de los diseñadores para con sus consumidores.
- Respeta el medio ambiente. – Un buen diseño debe de contribuir significativamente a la preservación del medio ambiente mediante la conservación de los recursos y la minimización de la contaminación física y visual durante el ciclo de vida del producto.
- Es diseño en su mínima expresión. Dieter Rams subraya la distinción entre el paradigma «Menos es más» y en su lugar recomienda su propio paradigma «Menos, pero mejor (con mejor ejecución)», destacando el hecho de que este enfoque fomenta los aspectos fundamentales y por lo tanto evita lastrarlos con todo aquello que no es esencial. El resultado ideal es productos de mayor pureza y simplicidad.
Vivir con sentido(s)
- En enero 15, 2019
- En Sin categoría
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Durante el pequeño parón de Navidad tuve tiempo de revisar algunos de los libros que he ido recopilando a lo largo de los años y han gozado de un lugar importante en mi biblioteca personal. Ver juntos dos títulos como The Sensual Home de la diseñadora británica Ilse Crawford y Sensual living de la fotógrafa y directora de arte australiana Claire Lloyd, confirman la relevancia que para mí tienen los sentidos, en mi vida personal y también en la profesional. Es un tema sobre el que reflexiono a menudo: nuestros sentidos dan cuenta de toda nuestra experiencia vital, corporal y también interna. Y así, también son responsables de que nos sintamos bien en casa. Los estilos y tendencias vienen y van pero más allá de todo eso, las percepciones sensoriales permanecen siempre y guían nuestro bienestar. Nos proporcionan disfrute y placer, nos trasladan sutilmente evocando recuerdos y nos hacen sentir «en casa». La vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato nos ayudan a estar en sintonía con nuestro físico y emociones. Si bien es cierto que en determinados ambientes, sobre todo en entornos urbanos, pueden sentirse agredidos y obligados a aumentar su tolerancia, en casa es el lugar idóneo para cuidarlos y potenciarlos a nuestro favor. Si sabemos que las luces fluorescentes pueden ocasionar dolor de cabeza o que unos tejidos desagradables al tacto no invitarían a querer recostarnos en el brazo de un sofá, tenemos la oportunidad de dotar a nuestros hogares de sentido con los cinco sentidos.
El hogar es nuestra tierra emocional, siempre digo que es tan importante cuidar la casa porque es la responsable de acoger algo tan importante como a una misma y a los suyos. Es allí donde podemos y debemos restaurar nuestro equilibrio natural. Si tanta influencia tiene el el espacio donde estoy, las sensaciones que me provoca el lugar que habito y la percepción de la propia persona están estrechamente interconectados. Por eso es importante cuidar el aire que respiramos, rodearnos de colores neutros y armónicos, texturas que despierten nuestra sensibilidad, aromatizar con productos naturales, iluminar bien, mantener el orden, respetar el descanso y tiempo propios. Revisa los electrodomésticos, aísla el ruido que emiten, cuida el silencio especialmente en el dormitorio, acondiciona la temperatura, también con sentido. Cuida las proporciones de espacios y objetos, almacena con cabeza, construye tu casa como tu templo de respeto a la intimidad, dedícate a los detalles, rodéate de flores, arte y creatividad. Que la calidad, frente a la cantidad, sea siempre una máxima. Tal cual actúas hacia fuera, piensa en hacerlo hacia dentro. El equilibrio llenará tu vida en todas direcciones. A continuación y a modo de cierre, una reflexión de Ilse Crawford sobre los objetos que tocamos a diario y su sentido del diseño.
¿Dónde están los diseñadores que ya no van a Milán?
- En mayo 04, 2018
- En Consejos, Ferias, Mobiliario, Sin categoría
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De vuelta de la última edición del Salone del Mobile en Milán, hemos reflexionado en equipo sobre lo que a día de hoy significa asistir a estas ferias. Y coincidimos en que ya es muy raro encontrar sorpresas puesto que casi todas las propuestas son copias de copias. Es difícil descubrir novedades: el mármol y los dorados ya eran tendencia el año pasado. Y nos preguntamos: ¿dónde están los arquitectos y diseñadores que estaban aquí hace diez años? Aquellos japoneses o americanos que veía vestidos de riguroso monocromo (negro, gris) hace una década de ediciones del Salone en Milán. Mi sospecha es que la inspiración de los profesionales hoy está en otro lado. Las redes sociales, las revistas, el cine, los hoteles y restaurantes, las casas de los propios profesionales o la calle de cualquier ciudad del mundo sirven hoy de mayor inspiración que los stands de una feria.
El espíritu del Salone ha virado hoy hacia otro lado: además de las marcas de siempre, enseñando lo de siempre, se utiliza de escaparate para mostrar instalaciones de corte artístico (ya quisieran) que aportan poco al profesional. En mi opinión es la rebeldía del feísmo y el “antidiseño”, por muy modernas que se consideren algunas de estas instalaciones o sus creadores. En casi todas las épocas de crisis surgen este tipo de movimientos de negación, al mismo tiempo que se da un resurgir de los clásicos, fenómeno que sí despierta mi interés. Lo hemos visto en Milán con la instalación de Vitra en un palacio o lo viví de primera mano el año pasado con Boffi, cuando nos invitaron a los prescriptores a conocer el nuevo showroom de De Padova. Y las encuentro dos fórmulas válidas, dentro o fuera de la feria. Porque el verdadero buen diseño es el que perdura con los años y el feísmo no durará más de una temporada. La importancia de la armonía e integración en el espacio de objetos e iluminación, son las bases del diseño de verdad, que no son tomadas en cuenta por estos movimientos reaccionarios. Es cierto que la tendencia puede resultar interesante al espacio público, pero la vivienda ha de ceñirse al buen diseño, el que promueve el equilibrio entre formas, colores y texturas; precisamente lo contrario al feísmo, que se preocupa más de hacer destacar los objetos por sí solos en lugar de en relación a un todo espacial.
En conclusión, he visitado Milán sin sorprenderme por aquellos que sí se toman el diseño en serio, puesto que la vertiginosa velocidad con que hoy se comparte y transmite la información (y por ende se copia) lo hace muy difícil, y allí he encontrado propuestas feístas de mano de los que, en mi opinión, no se terminan de tomar el diseño en serio. Lo que me hace pensar que quizá ya no me haga falta volver y las ferias se han convertido en una opción prescindible para mí, los descubrimientos son casi anecdóticos. Lo que sí he comprobado es que la mayoría de las marcas interesantes las encuentro hoy en Instagram, en Pinterest, en revistas como RUM o AD (que efectivamente dan importancia al arte, ponen en valor a los clásicos y documentan muy bien las propuestas contemporáneas), en hoteles, en algunas tiendas, en mis viajes… Quizá en alguno de ellos vuelva a coincidir con aquellos profesionales de Este y Oeste que hace años no veo por Milán.